Le esperan muchas horas al volante. Sus acompañantes no pueden o no quieren relevarle. Además, la noche anterior, con los nervios y los últimos preparativos, no ha descansado lo suficiente. Encima, las prisas para llegar y descansar por fin en su lugar de veraneo harán que conduzca «del tirón».

Demasiado habitual. Según fuentes de la DGT, más de la mitad de los conductores no descansa lo suficiente en los trayectos largos. Las consecuencias no se hacen esperar, la fatiga es causa directa de entre el 20-30% de los accidentes de tráfico.

He aquí unos consejos para minimizar los riesgos y combatir la fatiga (aunque ya te avanzamos que no hay soluciones mágicas):

  1. DORMIR. Dormir por lo menos 7 horas antes del viaje. Empezar el viaje inmediatamente después de una dura jornada de trabajo no debería ser una opción.
  2. TEMPERATURA. Procure mantener una temperatura de confort agradable -alrededor de 24º C-, y abra las ventanillas de vez en cuando para evitar la sequedad en el interior del coche.
  3. NO AL ALCOHOL. Nunca, nunca, nunca beba alcohol si va a conducir. Tenga cuidado con los medicamentos. Consulte a su médico si es necesario.
  4. PARADAS. Pare cada 2 horas o cada 200 kilómetros y aproveche para estirar las piernas y, si es necesario, echar una «cabezadita».
  5. HIDRATACIÓN. Manténgase bien hidratado (agua o refrescos). La falta de líquidos provoca una reducción de la atención, dolor de cabeza y cansancio muscular.
  6. CAFÉ. Los estudios recientes demuestran que el consumo de café reduce significativamente las distracciones y la sensación de somnolencia, al tiempo que mejora levemente el tiempo de reacción.
  7. ESCUCHE LOS SÍNTOMAS. Hay que estar atento a los avisos del cuerpo: malestar físico, parpadeo constante, calambres, errores en la conducción, automatismos «sin percibir la situación del tráfico» … Si se presentan, pare y descanse inmediatamente.

Efectos de la fatiga. El cansancio es un factor de riesgo determinante, sobre todo en estas fechas de viajes largos y ganas de llegar cuanto antes a nuestro destino. La fatiga afecta negativamente nuestra capacidad auditiva y visual. Los movimientos se vuelven lentos, imprecisos y menos eficaces. Conducimos de manera automática y con bastantes menos reflejos. Al disminuir la cantidad y la calidad de la información que recogemos, será fácil evaluar erróneamente las situaciones de tráfico. Todo esto hace que aumente su tiempo de reacción ante cualquier imprevisto. ¿Vale la pena correr el riesgo?

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